martes, 15 de junio de 2010

Un BloodyMary por favor

Ayer, Lunes 14 fue el preestreno de la tercerca temporada de True Blood en los cines Luna de Madrid, y un servidor estuvo presente por cortesía de las chicas de Bytheway.
Una cola impresionante que doblaba la esquina era la tarjeta de presentación de los cines. True Blood levanta pasiones, y una entrada gratis es para un madrileño como un cocido a Doña Eugenia. Evitando la cola por tener sitio reservado ( asín de guays nos las gastamos) entramos en los cines. Como toque especial, y puesto que la sangre fresca está por las nubes en estos tiempos de crisis, unos elegantes ( grrr) camareros servían Bloodymaries por doquier. Qué maravilla, estos detalles te levantan el ánimo. Entramos, asiento de primera, se apagan las luces, y tras un anuncio de sangre freca ( y de su embotellado) comienza sin previo aviso el nuevo capítulo. Emociones al máximo.


Sin intención de hacer spoilers, diremos que esta temporada comienza justo como terminó la segunda. Como un capítulo de la segunda temporada, la continuidad temporal es inmediata, comienza con Shookie saliendo del restaurante y preguntado por su recién desaparecido casi-prometido. No diremos mucho más del argumento, también porque en un solo capítulo no da para mucho, pero sí se puede vislumbrar que, al menos en el comienzo, las tramas seguirán con el tráfico de V ( con la aparición de la Reina ( me encanta esta mujer), y se abrirán nuevas tramas, como la razón del secuestro de Bill, además de la búsqueda de Sam de sus progenitores.

Mucho sexo se adivina en esta nueva temporada, como muestra este primer episodio, siguiendo la tradición a la que HBO nos tiene acostumbrado, y que personalemente me encanta.

Esperamos con ansia como continúan estas tramas, y esperemos que no se bifurquen por la senda de Crepúsculo, ya que al final del capítulo, vemos que los hombres lobos aparecen en la historia. Por favor, nada de Jacob y Edward en esta historia. Dejamos que haya hombres lobo, pero nada de pechos depiladitos, seguid vuestra senda que tanto nos gusta y dejad los ponies para otros. Dios Allan Ball esperamos que nuestra plegaria sea escuchada.



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