Black Mirror es esa serie de la que nadie habla o de la que no deja de hablar porque podrá ser muchas cosas pero no deja a nadie indiferente. Y es que esta miniserie en un primer nivel quiere jugar a hacer estallar una bomba en las mentes de los televidentes, que nada más que por las historias que muestra se asegura el boca-boca posterior al visionado. Porque no nos engañemos, por mucho que yo venga a vender un producto de gran calidad y una profunda reflexión desde sus entrañas, la mayor parte del publico se va a quedar con la carnaza gratuita y se va a asegurar de contárselo al vecino, tanto para bien como para mal.
Para aquellos a los que ningún vecino haya ido corriendo a su ventana o enviado un mensaje al Facebook para contarle sobre esta miniserie, os pongo brevemente en situación. Black Mirror es una serie creada por Charlie Brooker (quizá le conozcáis por Dead Set) y que se estrenó en Channel 4 el 4 de diciembre de 2011. Cuenta con tres episodios: “The National Anthem”, “15 Million Merits” y “The Entire History of You”.
The National Anthem se configura como un thriller en el que el Primer Ministro de Reino Unido es chantajeado por una persona que ha secuestrado a la princesa Susannah, un miembro ficticio de la Familia Real. La chicha de la historia y donde recae toda la controversia se encuentra, por supuesto, en lo que el Primer Ministro debe hacer para que la princesa sea liberada sana y salva (si queréis saber más ved el episodio, no vayáis a Wikipedia o los spoilers os abofetearán en toda la cara). Lo máximo que puedo decir es que el acto será de carácter sexual y estará relacionado el la televisión nacional.
Conforme iba viendo el episodio la incredulidad y el asombro iban en aumento. Desde mi punto de vista uno de los fuertes es que me sentí totalmente parte de ese público de la ficción reunidos delante de una pantalla sin ser capaces de apartar la mirada. Brooker pone de manifiesto hasta donde puede llegar ese placer oculto que todo ser humano siente por mirar, por observar sin ser descubierto a un semejante y mucho más si se trata de algún tipo de humillación. No hay que ir muy lejos para ver que no hay que ir una ficción extranjera para comprobar que esto es así. El portal de videos YouTube está repleto de videos de los usuarios de caídas, golpes, y situaciones cuanto menos cuestionable que sin embargo son capaces de atar a sus sillas a miles de visitantes con la carcajada en la boca.De esta manera, los ciudadanos ingleses, ansiosos por saber si el Primer Ministro será capaz de realizar la tarea encomendada, se reúnen en bares y en casas como si fuesen a ver la final de la Champions League, pero con mucha más expectación, como cuando la televisión era un lujo y su programación trataba de crear una imagen nacional que representase a toda la población.
La crítica llega después, cuando una vez la gente ha vitoreado la cuenta atrás, se han escuchado silbidos a lo largo del país tras ver aparecer en pantalla a ese señor con cara de demacrado ir a cumplir el que cree es su deber, una pasada la emoción, la expectación, la incredulidad inicial. Cuando ya no es un “será capaz..” es entonces cuando el mal gusto sale a flote, cuando el voyeurismo puede llevar a la arcada pero la necesidad de seguir mirando es más fuerte. El ejemplo más claro que se me ocurre, así sin pensar mucho, son los telediarios, que arriesgan equipo técnico y personal para ofrecer a su audiencia imágenes de cualquier desastre natural o humano a la hora de la comida, para que puedan ser digeridas en familia (que conste que esta relación es bidireccional, la audiencia siempre pide más para poder saciar esa necesidad de morbo que todos llevamos dentro).Por supuesto, es una producción impecable en todos los sentidos que recomiendo muy encarecidamente. Si no, no hablaría de ella. Esta noche se estrena la serie en España de mano de TNT.